Noticia

 

Una Noche de Pop y Paradojas: Morat Encandila Barranquilla con su “Si Ayer Fuera Hoy Tour”

Barranquilla vivió una noche que fue como un sueño adolescente con banda sonora propia: dulce, ruidoso y ligeramente caótico. El Estadio Romelio Martínez, usualmente testigo de gritos futboleros, se transformó el pasado sábado en una especie de santuario pop donde Morat, como si fueran profetas modernos con guitarras, hizo vibrar corazones y rodillas por igual.

Desde temprano, los fanáticos llegaron como si esperaran un milagro… y quizás lo fue. Largas filas, selfies sudorosas y camisetas empapadas de emoción llenaban los alrededores, mientras el sol barranquillero (más testarudo que puntual) se negaba a bajar el telón. Irónicamente, en una era de playlists y pantallas, miles se congregaron físicamente para vivir lo que ya habían escuchado mil veces… pero esta vez con el corazón latiendo al mismo tiempo que los parlantes.

El show comenzó con una explosión de luces, como si el cielo estuviera compitiendo con la tierra por atención, y al ritmo de “Besos en Guerra”, la paz emocional del público se fue por completo. Durante dos horas, la banda hizo un recorrido por su arsenal de éxitos, una guerra amable entre nostalgia y novedad, entre el “Cómo te atreves” del pasado y el “París” del presente.

Con su característico carisma (esa mezcla entre chicos buenos y poetas de cafetería), Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Simón Vargas y Martín Vargas se acercaron al público no solo con música, sino con historias, bromas y agradecimientos, como si fueran amigos de toda la vida que, por casualidad, tienen talento de sobra.

Hubo momentos casi místicos: cuando los cuatro se reunieron al centro del escenario, sin fuegos artificiales ni efectos, solo con sus instrumentos y sus voces, la multitud dejó de ser una masa y se convirtió en un suspiro colectivo. Una antítesis perfecta entre el bullicio del pop y la intimidad de una serenata.

La producción, impecable como el peinado de alguien que dice “me levanté así”, regaló un despliegue visual que desmentía cualquier idea de sencillez. Fue un espectáculo tan planeado que parecía espontáneo, con luces, pantallas y un sonido que envolvió hasta al más despistado.

Morat no solo cantó: hizo que el tiempo se contradijera, que el ayer fuera hoy, que la distancia entre artista y fan desapareciera como por arte de coro. Y cuando la noche terminó, entre aplausos, ovaciones y celulares elevados como antorchas modernas, la promesa de un regreso quedó flotando en el aire, como una nota que se niega a morir.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Crónica

Los medios de comunicación y el entretenimiento

Texto expositivo