Crónica
Todos en el barrio sabían de ella: una vieja casita, con pintura algo desgastada y ventanas que ocultaban el oscuro secreto que dentro de ella había, nadie sabía quién la había construido, mucho menos porque siempre terminaba vacía. Los vecinos suelen llamarla “la casa maldita del callejón”.
Durante algunos años, demasiadas familias intentaron tratar de vivir allí, pero nadie duraba más de una semana. Algunos se iban en plena noche, sin importarles sus pertenencias, nadie decía con certeza lo que ocurría, simplemente eran incapaces de emitir palabra alguna.
Un martes al medio día, una camioneta negra se estacionó frente a aquella casa. De ella bajo una chica con un niño pequeño. Parecían tranquilos, ajenos a las miradas que les lanzaban desde las ventanas vecinas. Ella tenía una linda sonrisa en su rostro, mientras él, a comparación se veía bastante serio, para tener 5 años de edad.
En esa noche, las luces del pasillo de aquella casa estuvieron encendidas hasta tarde.
Algunos vecinos juraron ver aquel niño de pie frente a la ventana, sin moverse, como si esperara que algo sucediera.
La segunda noche fue peor. Una señora cerca de aquel sector escucho golpes, como si moviesen los muebles de aquel apartamento. A las 3:08 A.M., los perros del vecindario empezaron a ladrar, pero nadie quería acercarse
El tercer día, la chica fue vista en la tienda, estaba pálida, sus ojos tenían un toque carmesí y una cicatriz fresca en su brazo.
La tendera le preguntó si se encontraba bien, ella solo murmuró
—Mi hijo mantiene conversaciones con alguien que no puedo ver.
Esa fue la última vez que fue vista.
Esa noche, la casa quedó en completo silencio. La luz del pasillo se apagó por primera vez desde su llegada y justamente a las 3:07 A.M., se escuchó un grito proveniente de aquel lugar, pero nuevamente nadie quería acercarse ya que el miedo los invadía, la ventana del segundo piso se abrió sola. Una figura delgada, alta, encorvada se asomo, no tenía rostro, solo su silueta contra la oscuridad.
Al día siguiente, la camioneta estaba allí, pero la casa estaba vacía, había un silencio absoluto que se esparcía por todo el lugar, no había rastro del niño, ni de la madre.
La policía llegó, revisaron todo y lo que encontraron los dejo paralizados, dos cuerpos, un altar e inexplicables marcas en la pared, ya hacia en el suelo el cuerpo de la madre y su hijo.
Y si pasas cerca... Tal vez logres escuchar aquel aterrador grito.
Esperando por ti.
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